Robin Hood sube al autobús
En el que sigo contando algunos detalles sobre la lucha que llevamos a cabo contra señoros millonarios con mucho poder y a los que sólo les falta una capa para el disfraz de Drácula.
Una semana más de lucha, ésta un poco más corta y con un festivo en el centro de la semana. Pero, una vez más, muy satisfactoria. Quizá lo que me gusta más de trabajar en FlixBus con mi jefe, Pablo Pastega, es que vamos de cara y estamos dispuestos a tener un debate serio con cualquiera para que España aproveche la enorme oportunidad que tiene por delante de convertir el autobús en una tendencia sostenible, como lo es ya en el resto de Europa. Cada vez que Pablo habla con un periodista le dice lo mismo: "Ponedme en una mesa a debatir con alguien de la competencia, con cualquiera".
Y lo hace porque estamos muy seguros de nuestros argumentos. Porque los datos son abrumadores. El sistema de #concesiones de autobuses está roto y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana lo reconoce públicamente. Es obsoleto, ineficiente, heterogéneo, no planificado, incumple el reparto concesional y tiene una enorme inestabilidad jurídica, con un número indecente de contratos caducados. Es una anomalía predemocrática, en suma.
Añadiría que además incumple sistemáticamente el reglamento sobre cabotaje de la Comisión Europea y que está guiado por señoros millonarios que se han ganado los garbanzos (los de la gente más pobre) a base de mantener el autobús en el siglo XX.
Algo enormemente triste, si tenemos en cuenta que es un modo de transporte enormemente sostenible y capaz de sacar coches de la carretera. Ése, y no mantener los privilegios de unos pocos empresarios, debería ser el objetivo de todos.
Repito a menudo esta anécdota, pero es que es importante. El presidente de Globalia, Juan José Hidalgo, a quien admiro mucho por muchas cosas, tuvo a bien compartir con un grupo de amigos en su cumpleaños que si había tenido que montar una aerolínea como Air Europa fue porque en aquella época le resultó imposible romper la situación de monopolio que aún persiste, con orígenes predemocráticos. El trabajo que hacemos ahora lo estamos haciendo sobre los hombros de gigantes. Gente como Manolo Panadero, a quien el otro día acompañé feliz cuando le entregaron una (merecida) medalla de la AET. Cuando ganemos, será gracias a ellos. Y también gracias a vosotros.
Trabajar con el apoyo de los trabajos independientes realizados ya por la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), Funcas, Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) y del sentido común más elemental te hace ir a trabajar muy seguro de lo que haces. No es un trabajo, es una misión. Y Gandhi dijo que "un pequeño grupo de espíritus decididos, impulsados por una fe inextinguible en su misión, puede cambiar el curso de la historia".
Seguiremos atrayendo poco a poco el interés de los medios serios, romperemos la desconfianza de los políticos, haremos ver a toda la sociedad que se está perdiendo algo bueno y conectaremos de forma sostenible a poblaciones hoy desconectadas.
Me gusta pensar que somos un poco como Robin Hood, dispuestos a evitar que el sheriff de Nottingham siga abusando de los más desfavorecidos, las personas con pocos recursos y estudiantes que usan el autobús. Y no lo digo por decir. Tengo hasta una capucha.
Una capucha verde.
Que alguien traiga un arco a este hombre.