Mi extraña obsesión con los mormones (I)
En el que empiezo una serie de artículos sobre un tema que nunca ha dejado de fascinarme: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
En el marco del estreno de ‘Heretic’, que aún no he visto pero ha devuelto el tema mormón a la actualidad, debo confesar que tengo una extraña obsesión con esta fe desde hace muchos años. Y se reactiva periódicamente, como las 3D en el cine. Empezó siendo yo muy niño, cuando descubrí que mi amigo Carlos y su familia habían pertenecido brevemente a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. No le hecho nunca muchas preguntas. Se me hace raro. Pero en un barrio de mayoría católica de Móstoles siempre me pareció muy sorprendente.
La curiosidad renació años después, cuando visitaba la casa de mi tío Santos, en Moratalaz, y veía las obras de la construcción de su templo en lontananza. “Son una secta y está forrados”, me dijo alguien entonces sin entrar en más detalles. Ni me enteré de la dedicación, de la que ya se han cumplido 25 años, con inauguración del alcalde Álvarez del Manzano y el presidente Gordon B. Hinckley, ni del recorrido público por sus instalaciones que hicieron los Reyes de entonces. La historia de cómo se obró el “milagro” de la compra del solar merece la pena.

Como vivimos en España, donde pese a que es una congregación muy numerosa no deja de ser una denominación muy minoritaria, me fue fácil olvidarme de ellos durante años. Pero mi interés, hasta ese momento ocasional, se reactivó gracias a los creadores de ‘South Park’ y al episodio ‘Todo sobre los mormones’, de la séptima temporada. En dicho capítulo, que podéis ver gratis y completo aquí, se explicaban algunas cuestiones básicas de la fe mormona que me rompieron la cabeza.
Concretamente:
Joseph Smith como fundador: Se presenta a Joseph Smith como un joven que vivió el Segundo Gran Despertar protestante en el siglo XIX y que a los 18 años comenzó a compartir una serie de sorprendentes visiones en las que figuraba como el elegido.
El Ángel Moroni: Moroni, un mensajero celestial, nativo americano pero de piel clara, fue quien le llamó el elegido para traducir el Libro de Mormón. Años después, le indicó dónde encontrar las planchas de oro enterradas que lo componen. La estatua dorada del ángel preside los templos y es una imagen muy simbólica de la Iglesia.
Las planchas de oro: Dichas planchas contenían escrituras en "egipcio reformado", un idioma que Joseph aseguraba ser capaz de traducir. Aunque con truco. En lugar de enseñárselas a todo el mundo, volvió a esconderlas después en una cueva.
Traducción con piedras mágicas: José afirmaba utilizar unas "piedras videntes", aptas sólo para profetas y de nombre Urím y Thummin, para traducir las planchas, mientras metía la cabeza en un sombrero. Este punto del cubrecabezas, que aparece en el episodio, forma parte de la narrativa tradicional mormona pero es el típico aspecto muy folclórico del que la Iglesia trata sutilmente de escaquearse.
Martin Harris como escriba: Después de que Smith le pidiese dinero para sufragar los costes de edición del Libro de Mormón, Harris escribe lo que éste dicta mientras traduce las planchas con las piedras mágicas. Cuando su mujer, bastante más lista, le convence de esconder 116 páginas para comprobar si Smith es capaz de repetir la traducción exacta, Smith se niega y ofrece una versión alternativa. Lejos de considerarlo una evidencia de fraude, lo plantean como un éxito argumentativo. Finalmente, se publica el Libro de Mormón como el texto sagrado que contiene la historia de los antiguos habitantes de América, los lamanitas y los nefitas. Los ‘nefitas’ eran los buenos y los ‘lamanitas’, un poco los malos. Un poco los Gryffindor y Slytherin de su religión, aunque también estaban los malaquitas y los jareditas. El “Mormón” del libro era un poco Harry Potter. El militar nefita escogido para preservar las sacradas escrituras y añadir su propia vida y experiencias en las planchas doradas.
Durante estas explicaciones, en la serie se usa constantemente una canción con un coro que repite "¡Dum, dum, dum!", que suena igual que “¡Dumb, dumb, dumb! (“Tonto, tonto, tonto”) para enfatizar los elementos más risibles.
Es absurdo negar que la obsesión por los mormones me viene de parte de Parker y Stone. Después del episodio de South Park, en el que el mensaje fundamental era que es más importante ser buena persona no importa qué religión sigas o lo absurdas que sean tus creencias, y escribieron uno de los mejores musicales de todos los tiempos, ‘El libro de Mormón’, con la colaboración del compositor Robert López.
En dicho musical, que podéis ver en Madrid y yo he tenido ocasión de disfrutar en dos ocasiones, en una versión maravillosa del equipo de David Serrano, se insiste mucho en lo ridícula que es la fe mormona cuando la miras desde fuera y te molestas en mirar sus postulados uno por uno, con una crítica salvaje al colonialismo religioso a través del proselitismo.
Pero, lejos de castigar la idea misma de religión, al final de lo que se habla en el musical es de las historias que nos contamos, de por qué nos las contamos y cómo tenemos que encontrar las narrativas más adecuadas para convivir con nuestros semejantes y tener vidas plenas. No dejéis de verlo.
La canción ‘I believe’, su temazo principal, es otro magnífico resumen humorístico de los aspectos más locos de la fe mormona, que ya había quedado retratada de manera superficial en South Park.
Podéis escucharla aquí, en versión de Andrew Ranells
Las lecciones de primero de columnios mormones que aprendes de esta canción son, añadiendo algunas cosas que he aprendido después leyendo al respecto:
Los mormones dedican una parte de su vida al proselitismo, una etapa en la que viajan a otros países para difundir su fe.
Tienen casi 70.000 misioneros por todo el mundo, una parte de su trabajo tiene que ver con los proyectos de ayuda humanitaria y cuentan con manuales muy precisos sobre cómo evangelizar de la manera más eficiente. Lo hacen tanto hombres como mujeres, por separado, hay decenas de miles, y realizan las misiones en periodos de dos años los hombres y de año y medio en el de las “hermanas”. Los hombres que realizan las misiones son ordenados como ‘Elder’ y todos tienen que pasar por un centro de formación específico.
Los judíos construyeron barcos y navegaron hasta América.
Como ateo, me parece una estrategia religiosa magnífica. Oriente Medio está muy lejos. Israel está muy lejos. La religión tiene orígenes muy distantes a todo lo que tiene que ver con EEUU. Desde el punto de vista narrativo, acercar a los judíos y meter el Antiguo Testamento en tu territorio es muy brillante.
El presidente de la Iglesia mormona supuestamente habla directamente con Dios.
Aunque el presidente del libreto original ya murió, el actual, Russell M. Nelson, no duda en afirmar que recibe revelaciones de su Señor de forma periódica. El Papa católico, por cierto, afirma algo parecido. Ya hablaré sobre religión comparada y por qué la fe mormona me parece marginalmente más extraña fundamentalmente porque no es aquella en la que me he criado.
En 1978 Dios cambió de opinión sobre las personas negras.
Bajo el liderazgo de Joseph Smith en Nauvoo —la localidad de Illinois con nombre de planeta de Star Wars en la que se desarrollaron inicialmente, antes de que la persecución religiosa les expulsase al Oeste— , fue ilegal que hombres negros se casaran con mujeres blancas.
Smith multó a dos hombres negros por violar esta prohibición. Brigham Young, sucesor de Smith, enseñó en al menos tres ocasiones (1847, 1852 y 1865) que el castigo por matrimonios entre negros y blancos era la muerte. Según Young, matar a una pareja interracial y a sus hijos era parte de una "expiación de sangre" que supuestamente sería una bendición para ellos.
También afirmó que si la iglesia aprobaba matrimonios entre blancos y negros, sería destruida y el sacerdocio sería retirado. Al menos hasta la década de 1960, la iglesia penalizaba a los miembros blancos que se casaban con personas negras, prohibiéndoles a ambos el acceso a los templos.
Aunque las prohibiciones relacionadas con el templo y el sacerdocio fueron levantadas en 1978, la iglesia continuó desalentando los matrimonios entre personas de diferentes etnias. Hasta 2013, al menos un manual oficial de la iglesia seguía promoviendo que los miembros se casaran dentro de su misma etnia.
El plan de Dios implica que, al morir, cada mormón tiene su propio planeta Dios vive en un planeta llamado Kolob y Jesús también tiene su propio planeta.
¿Crees que puede tener relación con Battlestar Galactica y el planeta Cóbol? ¡No te equivocas demasiado! Obviamente, a medida que el culto ha evolucionado se ha optado por una visión más “metafórica” que literal de toda esta movida. He leído mucho sobre el tema de los planetas/estrellas pero cuanto más leo, más creo que es una de estas cosas de las que la Iglesia se distancia porque suenan muy ridículas aunque aparezcan en la doctrina.
El Jardín del Edén estaba en el condado de Jackson, Misuri.
Siendo honestos, la propia Iglesia reconoce que Smith enseñó tal cosa, pero insiste también en que otras religiones han planteado sus propias tesis al respecto y que es un error poner una creencia menor como el centro de su religión.
Mi interés por los mormones, del que hablaré en futuras entregas, fue extendiéndose durante los años siguientes, en parte gracias a mi mujer.
¡Ropa interior mágica! ¡homofobia! ¡mitos personales hundidos! ¡escritores a porrillo! ¡apretones de manos secretos! ¡cafés prohibidos! ¡soda shops! ¡ ¡Utah! Es un mundo alucinante. Si alguno de mis lectores es mormón, que no dude en contactar conmigo en uriondo@uriondo.es. Me encantaría tomarme un café contigo (tú puedes tomar otra cosa). Soy ateo y voy a serlo siempre, pero también soy muy educado y me parecería útil tener una versión desde dentro. Es más justo.