Mémesis, Inception y la sisa de los trenes fantasma
En el que discutimos sobre la falsa polémica de los trenes que no caben en túneles y nos preguntamos si es preciso lubricar las infraestructuras o según qué cabezas.
“If you're going to perform inception, you need imagination. You need the simplest version of the idea, the one that will grow naturally in the subject's mind. Subtle art.”
Christopher Nolan, ‘Inception’
(DISCLAIMER: Como sabéis, trabajo para el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Este texto no pretender minimizar ninguna gravedad, echar ninguna culpa, dar ninguna explicación o generar ninguna polémica. Sólo quiero aclarar la diferencia entre lo que ha pasado de verdad, lo que mucha gente cree que ha pasado y por qué hay tanta diferencia entre lo primero y lo segundo)
Mi suegro, asturiano, llamó el pasado sábado a mi mujer, muy preocupado, preguntando por qué habíamos fabricado en el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana unos trenes que no cabían por los túneles. ¡No le cabía en la cabeza! Poco tiempo después, me llegó este meme, que explica por sí mismo por qué los españoles nos hemos querido convencer, todos a la vez, de algo que no es cierto.
Resumen rápido del artículo para poder saltarte el rollo que pienso soltaros: Mucha gente cree, de forma equivocada, que el Gobierno ha construido trenes que no caben en los túneles. Sin embargo, dichos trenes ni siquiera han empezado a construirse. Se ha producido un retraso en la fase de diseño cuyas raíces son muy complejas y que básicamente va a suponer una tardanza de dos o tres años en la puesta en funcionamiento de los trenes. Es grave porque hacen mucha falta, y se ha pedido perdón e iniciado acciones para remediarlo, pero es mucho menos grave que si se hubiesen fabricado los susodichos convoyes, como parece creer mucha gente. Entonces, ¿por qué la idea que ha fructificado es la incorrecta hasta el punto de que una agencia de noticias como Europa Press ha publicado que se han “entregado” los trenes? Eso es lo quiero intentar explicar.
Aprecio mucho el trabajo de una escritora y periodista llamada Delia Rodríguez, cuyo libro ‘Memecracia’, me introdujo más en profundidad en el concepto de la memética y de la mémesis. Un meme es una idea capaz de reproducirse y hacerse viral. Puede ser inocua, como la cara de André el Gigante o el famoso ‘Kilroy was here’. O puede ser una idea que todos llevamos dentro, como cuando en 2005 la mayor parte de los españoles pensaba que no había inversión más segura que comprar un piso.
Adoro en particular este párrafo de Delia. "Los memes son tan egoístas como los genes. No tienen por qué ser necesariamente buenos, ni bellos, ni útiles, ni verdad, lo único que hacen es extenderse y sobrevivir". Y creo que, en España, hay un componente de la memética que tiene que ver con nuestro sentido del humor.
“Han construido trenes que no caben por los túneles” es una idea tan poderosa, tan graciosa, tan ingeniosa y que deja en tan mal lugar al sujeto de dicha oración, que es capaz de sobrevivir a cualquier embate, con la ventaja de que puede utilizarse como arma política. Aunque sea mentira. No dejo de pensar, desde hace unos días, que la Red de Ancho Métrico, o RAM, se ha convertido, oh paradojas, en un ariete.
Aunque tengo mis propias opiniones personales sobre lo que ha sucedido, las distintas responsabilidades, las cuestiones técnicas y otras zarandajas, no me corresponde hablar de estas cuestiones, así que voy a centrarme en los aspectos referidos estrictamente asociados a la comunicación y asociados a la creación y expansión del meme. Por qué se ha extendido tanto, cómo nadie ha podido detenerlo, qué consecuencias tiene, cuál es su futuro, qué podemos hacer al respecto de ahora en adelante y qué se puede aprender desde el punto de vista de la comunicación.
Parto de la base de que un meme vale tanto como su capacidad de sobrevivir a unos ciclos de noticias cada vez más cortos y a unos ciclos de WhatsApp aún más breves. Por un lado ha sido el chiste del fin de semana, y aún colea mientras escribo estas líneas, pero también es cierto que su explosión ha modificado la percepción de gravedad que se tenía sobre una situación concreta y extremadamente técnica. Ha provocado reacciones de distinto tipo e intensidad de muchas instituciones relacionadas con la cuestión. Que el meme sea gracioso no quiere decir que sea inocuo o que todo el mundo le vea la gracia.
Porque una vez que el meme se instala en tu cerebro, una vez que hace ‘click’ este peculiar proceso de inception, se desata un proceso imparable que se sustenta en esa poderosa idea fuerza, que se transmite de forma masiva y cuya capacidad de ser frenada es muy limitada.
El meme, como los virus, nace en un contexto determinado. Y en este caso en particular coinciden varias circunstancias en el éxito de su difusión:
Se trata de problema extraordinariamente complejo, que incluye conceptos como “comportamiento dinámico” y “compatibilidad tren-ruta”, en uno de los ámbitos más normativizados de nuestras vidas, como es el ferroviario. Uno en el que participan distintos agentes, cada uno con sus propias agendas y obligaciones. Y como el populismo consiste en la búsqueda de respuestas simples a preguntas complicadas, nada más populachero que regalar cintas métricas o hacerse fotos midiendo túneles.
Existe la certeza de que se producirá un retraso en la entrega de trenes, con la gravedad que eso supone por sí misma. No es un caso claro de inocencia ante culpabilidad, eso sería más fácil de defender. Es un matiz sobre el tipo de problema y su alcance.
Se produce en un contexto preelectoral en el que los incentivos para la crítica se multiplican, sea ésta más o menos sensata, en un entorno enormemente polarizado. Otras veces, y en otros países, se han dado casos similares o más graves, con trenes realmente construidos sin que nadie mentase a la bicha.
Aunque la noticia se había publicado con mucho menos impacto por el diario El Comercio, se extendió cuando un agente memético extraordinariamente carismático como el presidente de Cantabria, comenzó a declarar este tipo de cosas: “Es como si los coches se hubieran hecho antes que las carreteras". Incluso si conservamos la metáfora, el resumen de la situación sería “es como si los coches tardasen en entregarse porque en una fase preliminar de su diseño hubo dudas sobre su compatibilidad y homologación para circular por las carreteras”. ¿Cuál de los dos tiene mejor venta? Obviamente, el primero.
Y, por encima de todo, todo está apuntalado en el sintagma que más he visto reproducido en la prensa nacional: “Trenes que no caben en los túneles”. En este apartado es importante señalar que los medios tienen sus propias limitaciones. Incluso aquellos medios que entienden correctamente cómo se han producido los acontecimientos, al tener que usar un titular para referirse a la evolución de la situación deben dar por hecho que existen situaciones preexistentes conocidas por su lector. Si de base el consumidor de noticias tiene una preconcepción equivocada del alcance del problema, y si además se limita a leer sólo los titulares, nada corrige su percepción.
La única opción que tendrían los medios, en realidad, sería no hablar de esto, pero es una fuente de tráfico web muy atractiva, un problema real y provoca clicks. Hay medios, y esto es otro debate, que han publicado informaciones en las que se induce a error de forma evidente, errores que luego quedan en la hemeroteca y son reproducidos de forma sucesiva por quienes los leen. También los hay que se aseguran de frasear las noticias con la ambigüedad suficiente y evitando explicar siempre el alcance del problema.
Todo lleva a un problema añadido, y es que la acumulación de información equivocada provoca errores hasta en inteligencias artificiales. Esto es lo que pasa cuando pregunto a ChatGPT sobre este particular:
Esto ha llevado a un punto en que una institución pública, como el Ayuntamiento de Algeciras, haya escrito en un comunicado oficial: “El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, ha propuesto esta mañana al gobierno central utilizar para la conexión ferroviaria de Algeciras con Madrid los vagones recien construidos que han sido destinado a cubrir las líneas de Cantabria y Asturias que no caben en los túneles ferroviarios, y por tanto, no pueden usarse”. El propio alcalde de un municipio no parece consciente de que esos supuestos trenes “recién construidos” no existen y no ha vuelto a a hacer comentarios al respecto. El meme ya no es sólo una herramienta de propaganda, sino un activo imaginario sobre el que proponer transaccionales imposibles.
Un dicho célebre en inglés que leí por primera vez a Terry Pratchett, cuya creación suele atribuirse a Churchill o Twain (como tantos), pero que en su forma original es de Jonathan Swift, es aquel que dice que “una mentira ha dado media vuelta al mundo antes de que la verdad se ponga las botas”. Y eso que en el siglo XVIII no había redes sociales. Si os parece demasiado reciente, Virgilio ya dijo que la fama es, de todos los males, el más rápido. Fama, malum qua non aliud velocius ullum.
A eso tenemos que añadir que el meme con el que empezaba estas líneas tiene un componente sexual apenas disimulado, muy relacionado con el hecho de que un tren entrando en un túnel supone una imagen tópica que se utilizaba para referirse al acto sexual en tiempos del código Hays. El caso más famoso, probablemente, es la última escena de North by Northwest.
No voy a inferir por esto que la idea engañosa de esos “trenes que no caben en los túneles” haya llevado al subconsciente colectivo de los españoles o al Zeitgeist a inferir una negación metafórica del sexo. Pero, desde luego, el gif que aparece al inicio de estas líneas juega claramente con esta idea.
¿Creo que se pueden detener estas situaciones a tiempo? Honestamente, me parece extremadamente complicado. Es de estas cuestiones en las que sólo queda mantener la calma, tener cuajo, explicar las cosas en la medida de lo posible y proceder con cautela.
Mi esperanza con esto tiene que ver con que, ante las partes más ridículas del mensaje, como las peticiones institucionales de trenes que no se han construido, algunos medios den marcha atrás y empiecen a hablar del verdadero problema, sobre el que mucha gente trabaja ya: el retraso en los trenes y cómo hacer que éste se minimice en la medida de lo posible. Trenvista, un medio especializado con bastante criterio, es uno de los que están empezando a avanzar en esta dirección. Y Roger Senserrich, uno de los tipos que más y mejor entienden esto, tiene un hilo en el que pone de relieve casos especialmente catastróficos.
Mientras tanto, es muy difícil que este no sea el caso más peculiar que vaya a vivir en toda mi carrera como comunicador. Creo que, durante años, me voy a preguntar: “¿Qué habría escrito yo si hubiera estado cubriendo esta historia?”. Y espero que las respuestas no me quiten el sueño.