La Purga de Trump y la verdadera purga de Trump
En el que hablamos de la serie de películas de James DeMonaco y nos preguntamos cómo saber mucho de una franquicia de horror nos ayuda en las elecciones de noviembre.
La Purga es una película de terror con más de diez años, protagonizada por Ethan Hawke y Lena Headey, en la que se nos plantea un ‘home invasion’ clásico pero con un giro curioso. Los asaltantes tienen derecho a hacerlo porque el ataque forma parte de ‘La Purga’, una jornada de crimen indiscriminado con respaldo gubernamental de unos EEUU distópicos y liderados por un grupo de elitistas millonarios.
En uno de sus mítines en Pensilvania, Trump sugirio a su manera caótica e incoherente que un día de violencia pondría fin al crimen. “Si tienes un día, un día realmente duro y feo (...) en el que la Policía no pudiese hacer su trabajo, y les dijesen que si hacen algo perderán la pensión”, eso tendría algún tipo de impacto positivo.
Trump es difícil de traducir incluso para criticarle, y Político sugirió que podía estar refiriéndose, para atacar a Kamala Harris, a la Proposición 47, que redujo en California ciertos delitos por importes de menos de 950$ a simples faltas. Una norma firmada, por cierto, años antes de que Harris ocupase su cargo en la fiscalía, cuando el gobernador era el republicano Arnold Schwarzenegger. Y diría que necesaria, teniendo en cuenta que la población penitenciaria de EEUU supone un 20% de la que hay en todo el planeta.
El expresidente promueve frecuentemente la violencia contra sus conciudadanos, con un ejemplo claro en los eventos previos a la insurrección en el Capitolio del 6 de enero de 2021, que resultaron en cinco muertes tras su derrota electoral. Pero ha advertido que si pierde las elecciones habrá un “baño de sangre” y que, si las gana, pues un poco lo mismo.
Concretamente, ha hablado de utilizar la Guardia Nacional para acabar con la oposición interna, a la que califica de “el enemigo interno” y donde incluye a rivales políticos como Nancy Pelosi.
Por supuesto, sus responsables de campaña lo niegan siempre todo y aluden a la retórica de Trump, pero lo cierto es que el expresidente ha dicho claramente el tipo de cosas que piensa hacer en caso de ganar las elecciones, dentro de dos semanas. En su entrevista con Fox, Bret Baier intentó picar a Harris, igualar un poco las cosas, y sacarle una opinión negativa sobre los votantes de Trump, preguntándole si cree que son estupidos.
"Oh, Dios. Nunca diría algo así sobre los estadounidenses”, respondió Harris. “Él es quien tiende a menospreciarlos y despreciarlos”. “Ha hablado de utilizar el Ejército estadounidense contra sus conciudadanos. Ha hablado de ir contra quienes se manifiestaN pacíficamente. Ha hablado de encerrar a quienes no están de acuerdo con él. Esto es una democracia. El presidente de EEUU debería poder manejar las críticas sin decir que va a encerrar a gente".
¿Por qué Trump es así y qué podemos esperar si gana finalmente?
A la primera respuesta, recomiendo leer el podcast de Ezra Klein para el NYT ‘¿Qué le pasa a Donald Trump?’.
En él, descarta las explicaciones sobre deterioro cognitivo y plantea una tesis interesante. Está más mayor, pero lo único que ha supuesto es que tengamos un Trump más “destilado”, más “puro”. Sostiene Klein que la principal característica de Trump como individuo es la desinhibición, la falta de control intelectual sobre lo que dice. Es su principal fortaleza y su mayor debilidad.
Dice cosas que nadie más dice, generando atracción de gente que admira su falta de límites y “franqueza”, pero también dice cosas que nadie más querría decir porque están mal, como que Hítler hizo “cosas buenas”, que quiere generales tan obedientes como los que tenía el dictador alemán, que va a destruir al enemigo interno usando la Guardia Nacional para frenar a sus opositores o que va a ser “dictador por un día” nada más llegar al Gobierno. Alguna las dice en privado y otras, en público. Pero no tiene filtros. No engaña a nadie. No es capaz.
Klein va más allá y explica por qué su primera legislatura no fue tan terrible: la falta de inhibución hace que sea, en muchos aspectos, como un niño pequeño y el establishment le puso canguros todo el rato. Mattis y Kelly hicieron en su día un pacto secreto para gestionarle y que hiciera el menor daño posible. Los generales del Pentágono no le permitieron lanzar misiles Patriot a México. Había un establishment republicano que protegió la república de sus desmanes con un alto coste personal. Quizá el momento más patriótico de ningún republicano que haya apoyado a Trump fue cuando Mike Pence certificó la derrota electoral del expresidente. Estoy seguro de que intentó escaquearse a toda costa y que fue héroe casi a su pesar, pero hizo lo que hizo y provocó la ira de Trump y del movimiento organizado de ultraderecha que ha generado a su alrededor.
Con la tesis de Klein entre manos, es de esperar que una segunda legislatura de Trump sea muy distinta. No sólo porque tengamos a un Trump con menos límites que nunca, sino porque el movimiento que lo ha aupado, MAGA para los amigos, a través de The Heritage Foundation, ha lanzado el Proyecto de Transición Presidencial 2025, un texto preciso de institucionalización de políticas trumpistas que nos habla de cuál va a ser la verdadera purga si llegamos a las Navidades con el expresidente a los mandos de la nave.
Una devoción fanática al Papa Naranja
El Proyecto 2025 nació básicamente para evitar que Trump se topase con límites en un nuevo mandato y para asegurar que se cumple la agenda ultraconservadora al dedillo y con precisión. Eso implicará una serie de cosas muy concretas que están por escrito:
Expandir el poder presidencial: El plan propone que el presidente tenga un mayor control sobre la burocracia federal, siguiendo la teoría del ejecutivo unitario. Y aquí está lo mollar: reemplazará a decenas de miles de empleados federales de carrera por el nombramiento político de asesores fieles a la agenda conservadora, cuya principal cualidad sea la lealtad y que ya están siendo reclutados, lo que erasionará la neutralidad de la administración pública. ¿Recordáis el sketch de Monty Python sobre la Inquisición Española? “¡Entre nuestras tres armas están el miedo, la sorpresa, una eficacia despiadada y una devoción fanática al Papa!”.
Control de instituciones clave: Se busca politizar organismos como el Departamento de Justicia (DOJ), el FBI, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), y la Comisión Federal de Comercio (FTC). Además, se propone desmantelar el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y eliminar el Departamento de Educación, transfiriendo o terminando sus programas.
Priorizar valores conservadores y ultra cristianos: El plan pretende infundir valores cristianos conservadores en la sociedad y la administración pública. Esto incluye oponerse al aborto y la anticoncepción, incluso usando la Ley Comstock para perseguir a quienes distribuyan anticonceptivos y píldoras abortivas. . También se busca reducir la independencia de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y limitar las investigaciones con células madre embrionarias.
Limitar derechos y libertades civiles: El proyecto contempla eliminar protecciones legales contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género, así como terminar con programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI). Todo para promover la persecución de un supuesto "racismo anti-blanco". El Proyecto 2025 sugiere usar una ley histórica de 1870, paradójicamente nacida para terminar con el KKK, con el fin de socavar el derecho al voto y perseguir a funcionarios electorales que faciliten el ejercicio de este derecho, intimidando a aquellos que trabajan para garantizar la participación de votantes en comunidades vulnerables
Inmigración y justicia: Como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que es uno de los grandes temas de campaña de Trump, propone arrestar y deportar a inmigrantes indocumentados, así como desplegar al ejército para tareas de aplicación de la ley a nivel doméstico. También aboga por recurrir más a la pena capital, acelerando la ejecución de sentencias.
Esta es la verdadera purga que prepara Trump mientras escucha el Ave María o grita que los inmigrantes comen gatos y perros. Esto es lo que tiene que preocupar a sus ciudadanos.
La primera vez que Trump llegó a la presidencia, lo hizo casi por casualidad, como un outsider. Le pilló por sorpresa y no tenía una maquinaria preparada ni unas políticas que hacer cumplir.
Pero la cosa ha cambiado. Y si gana el 5 de noviembre descubriremos si aún quedan personas decentes dispuestas a controlar sus excesos, o si vamos a ver un Trump desencadenado que transforme el país con el ejército más poderoso del mundo a la medida de sus obsesiones y de sus volátiles caprichos.