La movilidad vista como un todo
En el que nos sumamos a la moda de hablar sobre el teletrabajo y su relación con la movilidad. De alguna forma, terminamos refiriéndonos a la lacra del KKK.
Hace un tiempo me preguntaron si, después de escribir durante más de 15 años sobre tecnología y telecomunicaciones, no me suponía un mal trago haber pasado a trabajar en Comunicación para una aerolínea, primero, y una entidad pública de infraestructuras ferroviarias, a continuación. Y la respuesta es que no. Sólo he cambiado una movilidad por otra.
Durante todos esos años estuve yendo al Mobile World Congress de Barcelona, que se celebra esta semana. Y su proximidad me ha hecho pensar en lo intrínsecamente relacionadas que están ambas industrias. Se llamó “móvil” por algo. En un sector mueven tu imagen, tu voz, las presentaciones que compartes por Zoom o las videoconferencias por WhatsApp con tu familia. En el otro, todo eso y, además, tu cuerpo, que se verá sometido a experiencias en el viaje y al llegar a tu destino.
La movilidad es un concepto amplio y abarca muchas cosas. Lo hemos visto en esta pandemia con el teletrabajo y su impacto en el tráfico de viajeros, con independencia del modo. En IATA creen que el tráfico aéreo no se recuperará hasta 2023, pero cabe preguntarse qué parte es recuperación y qué parte es absorber como si lo fuera una parte del crecimiento que se hubiese hecho de todas formas en este periodo.
¿Cuántos viajes vamos a dejar de hacer porque simplemente hemos llegado a la conclusión de que no tenemos que hacerlos? Esto afecta a todo tipo de recorridos. Los que hacemos cada día para llegar al trabajo, los relacionados con la posibilidad de trabajar desde más lejos y los que antes se despachaban con reuniones y eventos a miles de kilómetros de la base del profesional. La pandemia ha venido a exponer el efecto que puede tener la tecnología en estas cuestiones cuando se despliega con auténtica vocación de que funcione. Porque no ha habido más remedio.
Incluso éstas se relacionan entre sí. Mi mujer, por ejemplo, trabaja desde casa desde marzo de 2020, lo que le ha permitido pasar este verano en Asturias. Como no es mi caso, yo estoy viajando todos los fines de semana para estar con mi familia. De manera que todos los viajes que ella se ahorra en su día a día se han convertido en que yo haré muchos más kilómetros durante unos meses, que quizá compensen todo lo que se había ahorrado ella hasta ahora. Lo mismo podemos decir de un buen amigo, periodista, que se ha ido a trabajar en remoto desde Huesca y que ahora sólo viaja a Madrid cada pocas semanas de cara a mantener reuniones en las que tiene que estar de forma presencial. Muchos emprendedores me han comentado que no van a seguir viajando a EEUU o a América Latina como hasta ahora porque las reuniones virtuales les salen a cuenta. Otros profesionales me dicen que les quitarán la tarjeta de embarque de sus fríos dedos muertos.
Pero todo esto, absolutamente todo, se juega en la interacción entre la tecnología y la movilidad. ¿Cómo motivar a fuerzas de trabajo deslocalizadas y globales? Es una buena pregunta, y aquí intentan ofrecer algunas respuestas. David Bonilla ha escrito en su newsletter algunos artículos interesados en los que habla de cosas como los intentos de captar "nómadas digitales" por parte de distintos países o regiones,
El propio Bonilla explicaba cómo Matt Mullenweg, creador de WordPress y fundador y CEO de Automattic -una compañía valorada en más de 3.000 millones de dólares con casi 1.200 empleados, todos ellos teletrabajando- cree que existen hasta cinco niveles de teletrabajo: desde el nivel 0, o trabajos que solo pueden realizarse in situ, hasta el 5, en el que se obtendría una productividad mayor que la de cualquier organización presencial sin sacrificar la conciliación y el bienestar de los trabajadores. Hay una gran diferencia entre teletrabajar desde casa en una emergencia y tener una organización realmente preparada para trabajar en remoto. Aquí lo cuenta Bonilla estupendamente. Y cuando se hace bien es una herramienta muy poderosa. La empresa de mi santa se está adaptando a pasos agigantados porque ha visto que la productividad de los empleados se ha disparado. No es por bondad. Estaban bastante preparados para hacerlo, con una implantación global, y la pandemia sólo ha acelerado un proceso que sólo podían frenar los burócratas y los asustadizos.
En The Guardian publican un reportaje con distintos empresarios hablando de las ventajas del trabajo remoto, desde las relacionadas con hacer fichajes con los ahorros en oficinas. Como experiodista, puedo decir que me ha sorprendido la flexibilidad demostrada por los medios de comunicación, muchos de los cuáles han optado por ser más flexibles que nunca. En algunos, como ElDiario.es, ya directamente han apostado por un sistema de sitios calientes.
Tengo dudas sobre si el remoto sirve para todo, y se han agudizado leyendo esta pieza sobre Daryl Davis, un músico que se ha hecho bastante conocido por su trabajo desrradicalizando a extremistas del KKK en EEUU. Colecciona las túnicas que ellos le entregan después de que ambos llegan a conocerse. ¿Ese mismo trabajo de empatía y comprensión puede hacerse a través de una pantalla? ¿Hasta qué punto cabe diálogo cuando vivimos en un mundo en el que un músico se ve obligado a abandonar su trabajo después de hacer algo tan inocuo como recomendar un libro?
MÁS MADERA
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