Harry Potter y los Autobuses de la Muerte
En el que volvemos a hablar de la situación del autobús de larga distancia en España, del “Ministerio de Magia” y de nuestro Voldemort nacional.
Durante los últimos días he tenido la oportunidad de ver con mi familia las últimas entregas de la saga de Harry Potter. Y mientras me preguntaba por qué diablos alguien considera necesario hacer una serie de televisión de diez temporadas basada en los libros, cuando están ya fenomenalmente adaptados de forma fidedigna y moderna, he visto un paralelismo evidente entre la situación que se describe en las pelis y lo que hemos visto históricamente en el sector del autobús de media y larga distancia en España.
En España, quede claro, existe un Voldemort del autobús. Un monopolio nacido hace un siglo pero que empezó a crecer a lo loco aprovechándose de sus relaciones con el franquismo. Lo consiguió porque los empleados de su principal empresa, vestidos con monos de falange, hicieron de mecánicos y chóferes al régimen para sus rutas guiadas, recorriendo alegremente las batallas “épicas” en las que se hicieron con el poder sobre los cadáveres de miles de españoles de ambos bandos, lo que les sirvió para consolidar una dictadura que nos mantuvo más de cuarenta años apartados del juego democrático.
En esas cuatro décadas, la servil obediencia de este monopolio por el régimen le granjeó numerosas líneas que aún hoy conserva, sin que aún hoy algunas de ellas se hayan licitado nunca -competencia “por el mercado” por sus coj$nes-, aprovechando un sistema de concesiones que cuya existencia no se basa en garantizar la conectividad de los españoles sino para garantizar pingües ingresos a “la que no debe ser nombrada”, para garantizar que sus dueños puedan colocar deuda de bajo riesgo a fondos conservadores.
Ministerio “mágico”
Y si tenemos un Voldemort, también tenemos un Ministerio de Magia. Una institución que, cuando Voldemort domina el cotarro, funciona a su servicio en lo que al autobús se refiere funciona básicamente, con funcionarios entregados a sus aviesos propósitos. Mortífagos infiltrados que llevan décadas asegurándose de que los españoles sigamos pagando el doble que los ciudadanos del resto de Europa.
Todo para que las patronales “oficialistas”, con Lucius Malfoy al frente, puedan seguir pagándoles viajes y comiditas aquí y allá. Eso cuando no se garantiza a exministros que sus futuros chiringuitos serán financiados directa y generosamente a cargo de sus cuentas en Gringotts.
Porque todo en este mundo mágico se hace para mantener la “pureza de sangre” en el autobús, para garantizar que las líneas y monopolios franquistas se mantienen sin cambios. Y para conseguir favores futuros.
Estoy seguro de que algunas de las Dolores Umbridge del Ministerio de Magia hacen lo que hacen porque creen que tienen razón. Hay que mantener un orden natural de las cosas y poner las cosas difíciles a los muggles, las criaturas mágicas y todo aquello que no quepa en su estrecho cerebro. Por supuesto, Umbridge fue nombrada por el Ministerio de Magia nueva Suma Inquisidora de Hogwarts y fue responsable de muchos de los eventos que llevaron a la segunda venida del que no debe ser nombrado. Los fanáticos son muy útiles para los villanos.
Umbridge medró bajo los distintos ministros de Magia, y con todos consiguió sus objetivos haciéndose pasar por una persona normal, incluso sensata, que pensaba en el bien común. No era una mortífaga, o no lo era abiertamente, pero sólo pensaba en cumplir los siniestros designios del señor oscuro.
Afortunadamente, no hay una Rita Skeeter en España. Todos los periodistas con los que hablo tienen más o menos claro quién es el malo aquí. Como muchos de ellos son jóvenes y han viajado, saben la diferencia entre el autobús español y el europeo. Son como los chavales que pelean la batalla de Hogswarts. El único problema es que a veces sus jefes no son tan comprensivos o tienen sus “cositas”. ¿A quién le importa un sector poco atractivo y que sólo utilizan los pobres y los trabajadores? ¿Quién se preocupa por los elfos domésticos que lo utilizan? ¿Qué mas da que esté enloquecidamente caro si los magos con más privilegios miran de reojo los precios y piensan que no es para tanto?
¡Imperius!
Me gustaría poder afirmar que hoy en el Ministerio tenemos hoy por fin personas determinadas a cambiar las cosas por el bien común, dedicadas a terminar de una vez por todas por el dominio del Señor Tenebroso. Pero podrían haber caído ya bajo la maldición Imperius, como Pius Thicknesse. ¿Están trabajando por el bienestar de los españoles o para complacer a su nuevo amo y que éste siga decidiendo durante los años venideros dónde, cuándo y por cuánto viajan los españoles? Ojalá sea lo primero.
Y si no entienden que aquí hay un Voldemort o, lo que es peor, creen que pueden controlarlo, lo único que estarán consiguiendo es hacer que se ría de ellos y prolongar su reinado.
Porque aquí no hay andenes ocultos. Todos los autobuses de larga distancia están, de una forma u otra, claramente bajo el mando del monopolio; todos son extremadamente caros si nos comparas con Europa y la respuesta para arreglar el sector es mucho más fácil de lo que parece: en lugar de inventarte caros mecanismos para darle más y más dinero del contribuyente a Voldemort, usando esquemas de gratuidad o descuentos multimillonarios pagados por todos los ciudadanos por motivos que parecen electoralistas y que lucran al monopolios de origen franquista, utiliza una parte de ese dinero para garantizar la mejor movilidad a las zonas menos conectadas y que después los superpoderes de la competencia se aseguren de que los precios estén muy bajos en el resto. Es lo que pide la Dumbledore que tenemos al frente de la CNMC.
Voldemort es un gran mentiroso, como el diablo cristiano. Y su gran mentira es que lo que hace es fundamental para la España Vacía. Cuando, si nos paramos a pensarlo, llevan más de cien años controlando por completo el sector y España no parece más llena que cuando empezaron. ¿No será que, en la parte que le toca, es Voldemort quien la ha vaciado?