Estoy fatal, y eso es bueno
En el que mencionamos algo que nos dicen a menudo, con cariño, y que en realidad supone una de nuestras ventajas competitivas. No como trabajadores. Como seres humanos.
“Estás fatal”. Me lo han dicho en innumerables ocasiones. Porque estoy fatal. Es una expresión del castellano que normalmente se refiere a que, en determinadas circunstancias, hago o digo cosas que no se consideran normativas. Es una forma como otra cualquiera de llamarte, de forma cariñosa y en el mejor de los sentidos, “locuelo”. Y me gustaría estar fatal hasta el día de mi muerte. Porque estar fatal tiene ventajas competitivas.
Mi mujer y mi hijo, ambos neurodivergentes —aunque cada uno a su manera— llevan años expresando, de un modo u otro, la misma preocupación. Se les ha acusado a lo largo de su vida de ser “raros”, o se perciben a sí mismos como tales. Mi respuesta hacia ellos siempre ha sido la misma: “Claro, porque eres raro”. Yo soy, hasta donde sé, neurotípico, y me considero de lo más raro.
Lo que tengo que decir a continuación —y lo que digo siempre que hace falta— es que ser raro es bueno. Lo contrario de “raro” no es “normal”, sino convencional. No existe un eje en el que la normalidad esté en un lado y la rareza en el otro. Existe un eje que enfrenta lo raro y lo convencional.
Por supuesto, tienes lo “extremadamente raro”, donde podemos incluir comportamientos totalmente desviados de la norma y criminales por definición. Y lo “extremadamente convencional”, donde estaría gente extremadamente apegada a la normativa. Todo funciona como una distribución de Gauss, donde lo “normal” no deja de ser lo más frecuente, situado en el centro del eje.
Eso quiere decir que lo normal no está exento de rarezas. Hay muchísimas personas normales que tienen sus pequeñas rarezas. Simplemente son tan poco llamativas que no se salen del rango.
Así, ser raro no sólo está en el lado opuesto de “convencional”. También es lo contrario de “abundante” en otro eje diferente. Es otra forma de ser inhabitual, precioso, difícil de encontrar.
Quede dicho que no dejo de generalizar, y que me refiero a una forma de rareza muy concreta. Pero si, para referirnos a Gauss, hablamos de “distribución normal”, es por algo. Y si ese modelo de lo normal es tan usado, también hay una causa. Esta misma curva se puede utilizar para medir la estatura o el cociente intelectual. Yo la utilizo para medir el nivel de “estar fatal” o de “no ceñirse a la normatividad”.
Por supuesto, “estar fatal” puede suponerte problemas si no eres capaz de enfocar tu estarfatalismo y ceñirlo a cuestiones informales asociadas a la creatividad, el humor o los posts idiotas en Substack. Pero quede claro que, si utilizamos lo que leo en LinkedIn como vara de medir, la principal diferencia entre yo mismo y otra mucha gente mucho más normativa es que ellos son bastante más predecibles y aburridos.
Cuando hablo de que “estar fatal” es una ventaja competitiva, hasta cierto punto, es porque te permite no sólo salirte de la caja sin esfuerzo, sino vivir fuera de la caja. Ser capaz de afrontar problemas complejos de forma inaudita. Inaudito se entiende como sorprendente porque deriva de la expresión latina inauditus, que no ha sido escuchado.
La inteligencia artificial —o, más concretamente, los grandes modelos de lenguaje que forman parte de ella— tiene un límite: no puede generar ideas nuevas en el sentido humano del término. Lo que hacen es combinar ideas existentes de formas novedosas. Si están bien entrenados y tienen una arquitectura sofisticada, pueden producir resultados que parezcan “nuevos”, incluso sorprendentes, aunque no sean conscientes de ello. Por eso se habla a menudo de “loros estocásticos”: porque la repetición no implica comprensión. Simplemente tenemos más y mejores monos con máquinas de escribir más sofisticadas.
Casi por definición, vivir instalado en el lado del eje de la normatividad y del cumplimiento estricto de normas te convierte, intelectualmente, en el equivalente de un LLM que ni siquiera es capaz de introducir prompts creativos. Un ente capaz de repetir cosas que ha escuchado pero incapaz de transformarlas, trastocarlas, desafiarlas, jugar con ellas y plantearlas de modos inauditos.
La creatividad procede de la rareza, no de lo convencional. Y la creatividad es una de las pocas formas en las que los seres humanos vamos a tener un trabajo.
Así que sí. Estar fatal compensa.